Felipe V, el
primer rey borbón de la historia de España contrajo nupcias en dos ocasiones, y
fue rey también en dos ocasiones. De su matrimonio con María Luisa de Saboya,
nació el que reinaría como Luis I, que, aunque contrajo matrimonio, murió sin
descendencia tan prematuramente que obligó a su padre, a aceptar de nuevo el
trono, cuando ya disfrutaba de la jubilación en su palacio de La Granja, pero
como todo llega, tarde o temprano, le acabaría por suceder el segundo hijo que
le dio la saboyana, esto es, Fernando VI, que casado, terminó sus días también
sin dar un heredero a la corona.
Visto lo que
había, entraron en escena el primogénito que de su segundo matrimonio le dio a
Felipe V, Isabel Farnesio. Este hombre fue el que pasó a la historia como
Carlos III.
Carlos III, de
su matrimonio con María Amalia de Sajonia, tendría a Carlos IV, y este, de su
matrimonio con María Luisa de Borbón Parma, a Fernando VII, y este, a su vez,
de su matrimonio con María Cristina de las Dos Sicilias a Isabel II.
Es entonces,
cuando se produce el conflicto, pues, en aplicación estricta de la nueva ley de
sucesión implantada por Felipe V, el peso de la corona debía recaer sobre el
hijo de Carlos IV que seguía en orden a Fernando VII, que era Carlos.
Con este
Carlos, y al producirse el enfrentamiento, da comienzo la llamada rama carlista,
pues el carlismo pertenece a la dinastía borbónica de nuestra monarquía, y el
pleito sobrevenido es entre Borbones.
Carlos V, de
su matrimonio con María Francisca de Braganza, tuvo a Carlos Luis de Borbón y
Braganza, conde de Montemolín, que reinaría sobre sus seguidores como Carlos
VI. Este, de su matrimonio con María Carolina de Borbón -Dos Sicilias, no tuvo
descendencia, y la corona pasó al siguiente hijo de Carlos V, Juan Carlos de
Borbón y Braganza, que reinaría como Juan III, quien de su matrimonio con María
Beatriz de Austria-Este, tuvo a Carlos María de Borbón y Austria-Este, que sería
conocido como Carlos VII.
Carlos VII
contrajo matrimonio con Margarita de Borbón Parma y tuvieron como heredero a
Jaime, que sería el tercero de su nombre, que nunca contraería matrimonio, y en
consecuencia falleció sin descendencia (siempre entendida esta como legítima).
La línea carlista
parecía extinguirse, pero se aplica la ley que dice: «y a falta de hijo mayor
del príncipe y de todos sus descendientes varones de varones que han de suceder
en la orden expresada, suceda el hijo segundo varón legítimo y sus
descendientes varones de varones legítimos…», trasladándonos con ello al
segundo hijo del padre de Jaime, Alfonso Carlos de Borbón y Austria-Este, que
reinaría con el nombre de Alfonso Carlos I, siendo ya un venerable octogenario,
casado eso sí, pero, para más inri, sin descendencia.
Y surge un
nuevo pleito dentro del pleito dinástico, por lo que hay que volver a la ley.
¿Tenía más
hijos varones Juan III? No. ¿Tenía más hijos varones Carlos María Isidro de
Borbón, Carlos V? Sí. Fernando de Borbón y Braganza, pero murió sin haber
contraído matrimonio y en consecuencia sin descendencia.
¿Tenía más
hijos Carlos IV, el padre de Fernando VII y el Carlos V de los carlistas? Sí. El siguiente en el orden sucesorio fue
Francisco de Paula Antonio. ¿Podía recaer en él la corona? No, porque había
fallecido en 1865. ¿Tuvo descendientes? Sí, de su matrimonio con Luisa Carlota
de Borbón Dos-Sicilias, nació Francisco de Asís de Borbón y Borbón-Dos
Sicilias. ¿Pudo ser reconocido rey por los carlistas? No, porque falleció en
1902. ¿Tuvo descendencia Francisco de Asís de Borbón? Sí, aunque algunos dicen
que era imposible por dos razones de peso, una, la más importante y decisiva
porque parece ser que era impotente, y la segunda, de menos peso, pero algo
razonable porque era homosexual y no yacía con mujeres. ¿Pero, llegó a estar
casado? Sí, y aquí entra ese espíritu burlesco que en ocasiones nos regala la
historia. Se casó o lo casaron con su prima Isabel, la hija de su tío Fernando,
el rey Fernando VII, que ya reinaba entonces en España como Isabel II. ¿Pero
tuvieron descendencia en la que los carlistas reconocieran a su abanderado? No,
el que llegó a reinar como Alfonso XII, los carlistas no solo no lo
reconocieron como legítimo heredero de su línea dinástica, sino que no lo hicieron
como hijo de Francisco de Asís, por las razones ya explicadas. Como hijo de
Isabel II, en buena lógica tampoco lo iban a reconocer pues se trataba de la
usurpadora que había violado la Ley de Felipe V.
¿A dónde
fueron a parar los carlistas en busca de su pretendiente al trono? Sigamos
sus huellas. Nos habíamos quedado a la altura de Carlos IV, al que le volvemos
a preguntar si tuvo más hijos, y nos enteramos de que ya no le quedaban más.
Había que seguir subiendo (o bajando, según se mire, por el árbol genealógico.
¿El padre de
Carlos IV, esto es, Carlos III, tuvo más hijos varones? Sí, nos encontramos con
Fernando I de las Dos-Sicilias, que tuvo de su matrimonio con María Carolina de
Austria y como varón primero a Francisco I de las Dos-Sicilias. Este, de su
matrimonio con María Isabel de España, tuvo a Fernando II, rey de las
Dos-Sicilias. Esta rama de las Dos-Sicilias, al parecer apoyaron a la línea
sucesoria de Isabel II, por lo que los carlistas la desecharon por consentir la
usurpación.
Y continuando
con la busca del pretendiente, nos encontramos que hemos regresado a Felipe V y
vemos que tuvo otro hijo que fue Felipe I de Parma, hermano siguiente varón de
Carlos III.
Podemos decir
que con este se inicia una nueva línea o rama dinástica que llamaremos Parmesana.
A Felipe I de
Parma, casado con Luisa Isabel de Francia, le sigue, Fernando, duque de Parma,
casado con María Amalia de Austria. A este Luis Francisco casado con María
Luisa de Borbón., y a este Carlos Luis II de Borbón-Parma, casado con María
Teresa de Saboya.
Carlos III de
Parma casado con Luisa de Francia, sería el siguiente, y le heredó Roberto I de
Parma, que, casado dos veces, y con 12 hijos en cada matrimonio, con él surge,
para variar, otro mini pleito.
Del matrimonio
de Roberto con María Pía de las Dos Sicilias, toma el testigo Elías I de Parma,
que casó con María Ana de Austria y tuvieron a Roberto II de Parma, que murió
soltero y sin descendencia. De su segundo matrimonio con Adelaida de
Löwenstein-Wertheim-Rosemberg, tuvo también, como ya hemos dicho, otros doce
hijos, pero por orden para hacerse cargo de una herencia, enrevesada, pero
herencia, figuran: Sixto de Borbón Parma que murió en 1934 y por lo tanto sin
enterarse de que el bueno de Alfonso Carlos I se había muerto anciano y sin
hijos y Francisco Javier de Borbón Parma, que vivió mucho, más que Franco, que,
en algunos momentos, fue visto como una hazaña.
Con Francisco
Javier de Borbón Parma parece que los carlistas encontraron a su abanderado,
hasta tal punto que fue el mismo Alfonso Carlos el que le designó, sino para
ello, por lo menos para que hiciera de Regente hasta que se encontrara al
heredero con más derechos.
La verdad es
que este recorrido que hemos hecho lo hizo mucha gente, profesional de las
genealogías reales y de las legitimidades escritas, y llegaron, en la mayoría
de los casos, a Francisco Javier.
Sería, por lo
tanto, la descendencia de Francisco Javier la que llevaría en adelante la
bandera del carlismo, y con ello el derecho a reinar en España. Sus
descendientes fueron: Carlos Hugo y el hijo de este, Carlos Javier, que ostenta
en la actualidad esos derechos.
Pero los hubo que,
no teniendo paciencia para remontarse tanto, y acusando a los partidarios de
Francisco Javier de andarse por las ramas, hicieron otra lectura de la Ley
Sálica. Concretamente de esta parte: «Y siendo acabadas íntegramente todas
las líneas masculinas del príncipe, infante y demás hijos y descendientes
míos legítimos, varones de varones y sin haber por consiguiente varón agnado
legítimo descendiente mío en quien puede recaer la corona según los
llamamientos antecedentes, suceda en dichos mis reinos la hija o hijos del
último reinante varón agnado mío en quien feneciere la varonía y por cuya
muerte sucediere la vacante, nacido en constante legítimo matrimonio, la una
después de la otra, prefiriendo la mayor a la menor y respectivamente sus hijos
y descendientes legítimos por línea recta y legítima, nacidos todos en
constante y legítimo matrimonio; observando entre ellos el orden de
primogenitura y reglas de representación… Siendo mi voluntad que la hija mayor
o descendientes suyos que por su premoriencia entraren a sucesión de esta
monarquía se vuelva a suscitar, como en cabeza de línea, la agnación rigurosa
entre los hijos varones que tuviesen nacidos en constante legítimo matrimonio y en los descendientes legítimos de
ellos, etc.»
Siendo
acabadas íntegramente todas las líneas masculinas. Eso se dio y los
Javieristas lo respetaron, y llegaron a la conclusión de que la única línea
masculina que seguía viva era la de Felipe I de Parma, hijo de
Felipe V.
…suceda
en dichos mis reinos la hija o hijas del último reinante varón agnado mío en
quien feneciere la varonía. He aquí una nueva cuestión. La hija del
último reinante varón agnado en quien acabó la varonía.
¿Había que
remontarse por las ramas para luego volver a descender, para encontrar al
legítimo heredero, o lo teníamos más cerca? Ninguno de la línea de Felipe I de
Parma fue reinante, con lo que esta frase les descarta. ¿Quién era la hija del
último varón agnado reinante? Alfonso Carlos, reinante sin hijos y sin hijas,
Jaime III, reinante, sin hijos y sin hijas. Carlos VII, reinante, con hijos
(Jaime III) y con hijas, la primera, Blanca.
¿Debería haber
sido Blanca, la hija de Carlos VII, la reina de los carlistas, aunque chirríe a
muchos, porque piensan que la ley sálica prohíbe a las mujeres el acceso al
trono? En este último aspecto hay muchos que señalan que la ley que instituyó
Felipe V no debería llamarse con propiedad sálica, sino semisálica.
Blanca de
Borbón y Borbón-Parma, debió ser reina de España, y desde ella comenzar una
nueva línea agnada de varones. Los descendientes de Blanca acabaron formando otro
pequeño circo, pues teniendo cuatro hijos varones, solo el cuarto quiso recoger
el testigo (Carlos Pío de Habsburgo-Toscana y Borbón) que sería reconocido por
sus seguidores como Carlos VIII. Al morir este, se fueron apuntando al carro
sus hermanos mayores, Leopoldo, Antonio Carlos y Francisco José, consiguiendo
con sus actitudes y declaraciones el hazmerreír de la mayoría de los españoles.
Terminemos
nuestra disquisición planteando los siguientes interrogantes:
¿Es tan
importante disponer de un abanderado real para la defensa de la tradición?
¿Es la fórmula
monárquica la única forma de defender la tradición?
¿Qué es realmente
la tradición y por qué debemos defenderla?
El lema
carlista, es cuatripartito, pero ¿todas sus partes están al mismo nivel de
importancia?
¿Sigue estando vigente ese lema cuatripartito?
Lo iremos
estudiando; también los demás avatares de esta peculiar historia.